miércoles, 19 de junio de 2013

El FMI y su tijera

A veces pienso que debo tener una inteligencia muy por debajo de la media. Estos días se escucha a algunos miembros del Gobierno decir que las cosas empiezan a cambiar (a mejor entendemos) y ahora el FMI nos pide que hagamos una nueva reforma laboral en la que se abarate el despido y se bajen los salarios. Y todo ello nada más y nada menos que para luchar contra el desempleo.


Yo no soy un experto, pero a las pruebas me remito. Con sendas reformas, tanto en el gobierno del PSOE como en la del PP, los datos de desempleo no han sido esperanzadores. Este mismo año el ejecutivo admitía que terminaría su legislatura con más desempleo que con el que comenzó. Y eso que era uno de sus puntos fuertes en su programa electoral.  Y ahora superamos los 6 millones de parados.

Aunque el FMI considera que reducir los salarios y abaratar el despido es la solución para atajar el desempleo se ha visto que esas medidas han llevado a una inevitable pérdida de puestos de trabajo. Muchos empresarios se han aprovechado de la coyuntura para despedir parte de su plantilla para poder mantener en algunos casos,  esos márgenes de beneficio que ya no son como los de épocas pasadas, o bien en otros para poder subsistir en un entorno que se ha vuelto hostil.

Y eso sin tener en cuenta, que los precios suben y los salarios bajan y eso, afecta a nuestra calidad de vida. Hace poco escuche que por primera vez la generación de nuestros padres vivirá mejor que la de sus hijos. Triste. ¿Dónde está el límite? ¿A cuánto acabaremos vendiendo nuestra mano de obra? ¿Dónde pondremos el listón que separé el salario digno?

 Todas estas medidas de reducir costes laborales no dejan de ser una tirita en una herida donde hacen falta puntos de sutura. Puede que a corto plazo pueda surtir algún efecto pero a largo plazo está destinada a fracasar.

El problema no está tanto en los costes salariales si no en el crédito a las Pymes y pequeños empresarios. Los créditos no fluyen. Y si el dinero no entra en las empresas, muchas se ven obligadas a reducir sus costes, siendo los de personal los más fáciles de reducir. El gobierno inyecta dinero a los bancos, utilizando entre otros, ese préstamo con condiciones ventajosas (aka rescate), pero de los bancos a la sociedad no fluye. Muy bonitas las campañas que hace el Gobierno para fomentar el crédito. Menos publicidad y más hechos.


El Gobierno y, sobre todo Europa (Alemania) deben de darse cuenta ya de que el camino de la austeridad nos está adentrando más en el oscuro y frío bosque. Y que la salida de esta crisis pasa por medidas que favorezcan el crecimiento y que impulsen la demanda. Sólo así podremos impulsar el empleo. Y puesto que los engranajes de esta máquina que es la economía se van a mover muy muy despacio no hay tiempo que perder.