A veces
pienso que debo tener una inteligencia muy por debajo de la media. Estos días
se escucha a algunos miembros del Gobierno decir que las cosas empiezan a
cambiar (a mejor entendemos) y ahora el FMI nos pide que hagamos una nueva
reforma laboral en la que se abarate el despido y se bajen los salarios. Y todo
ello nada más y nada menos que para luchar contra el desempleo.
Yo no
soy un experto, pero a las pruebas me remito. Con sendas reformas, tanto en el
gobierno del PSOE como en la del PP, los datos de desempleo no han sido
esperanzadores. Este mismo año el ejecutivo admitía que terminaría su
legislatura con más desempleo que con el que comenzó. Y eso que era uno de sus
puntos fuertes en su programa electoral.
Y ahora superamos los 6 millones de parados.
Aunque
el FMI considera que reducir los salarios y abaratar el despido es la solución
para atajar el desempleo se ha visto que esas medidas han llevado a una
inevitable pérdida de puestos de trabajo. Muchos empresarios se han aprovechado
de la coyuntura para despedir parte de su plantilla para poder mantener en
algunos casos, esos márgenes de
beneficio que ya no son como los de épocas pasadas, o bien en otros para poder
subsistir en un entorno que se ha vuelto hostil.
Y eso
sin tener en cuenta, que los precios suben y los salarios bajan y eso, afecta a
nuestra calidad de vida. Hace poco escuche que por primera vez la generación de
nuestros padres vivirá mejor que la de sus hijos. Triste. ¿Dónde está el
límite? ¿A cuánto acabaremos vendiendo nuestra mano de obra? ¿Dónde pondremos
el listón que separé el salario digno?
Todas estas medidas de reducir costes laborales
no dejan de ser una tirita en una herida donde hacen falta puntos de sutura.
Puede que a corto plazo pueda surtir algún efecto pero a largo plazo está
destinada a fracasar.
El
problema no está tanto en los costes salariales si no en el crédito a las Pymes
y pequeños empresarios. Los créditos no fluyen. Y si el dinero no entra en las
empresas, muchas se ven obligadas a reducir sus costes, siendo los de personal
los más fáciles de reducir. El gobierno inyecta dinero a los bancos, utilizando entre otros, ese préstamo con condiciones ventajosas (aka rescate), pero de los bancos a la sociedad no fluye. Muy bonitas las campañas que hace el Gobierno para fomentar el crédito. Menos publicidad y más hechos.
El
Gobierno y, sobre todo Europa (Alemania) deben de darse cuenta ya de que el
camino de la austeridad nos está adentrando más en el oscuro y frío bosque. Y
que la salida de esta crisis pasa por medidas que favorezcan el crecimiento y
que impulsen la demanda. Sólo así podremos impulsar el empleo. Y puesto que los
engranajes de esta máquina que es la economía se van a mover muy muy despacio
no hay tiempo que perder.