Lo más
adecuado sería comenzar este post con un grito a los cuatro vientos felicitando
el año nuevo. Pero no tengo ganas. Estoy cabreado. La gente se piensa que tras
la noche del 31 y con el cambio de año las penas se van cantando. Y nada más
lejos de la realidad. Las previsiones para este 2013 son auténticamente
devastadoras; todas, salvo las del Gobierno (yo quiero que me den de lo que
fuman porque debe ser la hostia). No voy a hacer un repaso a todas las medidas
de destrucción del Estado del Bienestar que han tomado a lo largo del año
porque sería cansar al personal. Aunque me quedo con el incremento de las Tasas
Judiciales. Primero porque es una medida anticonstitucional. En el artículo 24 de la Constitución (que a
veces parece el Scotex de los políticos) se determina que “todas las personas
tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso pueda
producirse indefensión”. Ahora deberán modificarla añadiendo algo así como “El
ciudadano podrá acceder a la Justicia si tiene dinero para ello”. Y en segundo lugar, creo que estas nuevas
tasas judiciales no son más que una manera de quitar voz al pueblo. De que no
podamos recurrir todas esas medidas injustas y antipopulares que está tomando
el Gobierno. Medidas fiscales y laborales ante las que no tenemos manera de
defendernos, puesto que si tu jefe te echa y pretendes llevarlo a juicio porque
ese despido tenía de objetivo lo que el PP tiene de izquierdas, tienes que
poner primero los billetes.
Hoy me
ha dado por buscar el significado de la palabra democracia según la Real Academia de la Lengua Española y me
encuentro con esta definición: Doctrina política favorable a la intervención del
pueblo en el gobierno. Con lo cual, me he puesto a pensar, y como Carrie Bradshaw en Sexo
en Nueva York, he podido escuchar mi propia voz en la habitación. Siempre había
pensado que la democracia consistía en que el pueblo eligiera de manera conjunto
un dirigente que gobernara el país a favor de los intereses del colectivo. Y me
doy cuenta, que en realidad, la democracia en la actualidad supone que el
pueblo elijamos (y encima elijamos mal) un grupo de indeseables que gobiernan a
favor de los intereses de unos pocos: de los que más tienen.
A veces
pienso que tal vez nos lo merezcamos, por haber ejercido nuestro derecho al
voto con tan poco criterio. Yo siempre digo que las gaviotas son aves
carroñeras. Pero luego pienso que errar
es humano. Y que todo el mundo puede equivocarse. Pero lo que me asombra es la
poca capacidad de reacción que ha demostrado el pueblo que ante el político lo
único que se le ocurre es bajarse los pantalones y ponerse en cuclillas. Y eso es lo que verdaderamente me preocupa. Se
ríen de nosotros en nuestra puta cara. Nos exprimen para que ellos no pierdan
su poder adquisitivo y no hacemos nada.
Por eso,
este año no voy a desear un Próspero Año Nuevo. Deseo que abramos los ojos, y
que el pueblo por fin tome partido. Deseo una nueva mentalidad colectiva. Y que
todos nos alcemos y digamos a este Gobierno que no pueden hacer lo que quieren.
Y que todos los votos que les han llevado donde están (yo no les voto y nunca
lo haré) son votos de confianza de la gente y que deben actuar por el bien de
cada uno de los ciudadanos de este país.
De
verdad, este año, deseo que tengamos todos una mentalidad nueva.