lunes, 28 de enero de 2013

Me quejo porque quiero


Me han preguntado porque soy tan crítico con el Partido Popular y en especial con Fátima Bañez. Quiero concretar una cosa, soy crítico con el partido que ocupa el Gobierno de este país. Y soy crítico con una Ministra de Trabajo que intenta justificar unas medidas aludiendo a un cambio de tendencia que únicamente ella misma ve. Y los crítico con virulencia porque soy uno de esos casi 6.000.000 (lo pongo en número porque impresiona más) de parados que ha sido despedido gracias a la reforma laboral.

Hace dos meses rescindieron mi contrato laboral aludiendo a una falta de trabajo y liquidez. Y me despidieron con 20 tristes días. Lo peor de todo, es ser contable, y saber que lo que te dicen no es del todo cierto. Puesto que en ese momento se estaba facturando una serie de trabajos. Cierto es, que la empresa, tarde o temprano caerá, pero no era ese el momento. Y te jode sentirte engañado por la empresa para la que has trabajado, pero te jode más saber que la ley te ha despojado de cualquier tipo de derecho. Y te sientes indefenso.

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Toda esa pantomima de la reforma laboral como medida para flexibilizar el mercado laboral ha servido lo mismo que le sirve a Paris Hilton una enciclopedia. Supongo que pretendían convertir la mano de obra en mano de obra barata y de la que el empresario pudiera desprenderse fácilmente llegado el caso, y así, fomentar la contratación. Pero ha tenido el efecto contrario. Las empresas, con el objetivo de mantener sus márgenes (que se han visto reducidos por la crisis), se han servido de “la nueva flexibilidad del mercado” para intentar incrementar ese margen. Y no hay que ser un lince para saber que si vendes menos y quieres ganar lo mismo o vendes más caro o abaratas el coste del producto. Y claro, si te ponen reducir el coste de personal a huevo, pues vas y despides. Lo que ha traído otra grave consecuencia: que los trabajadores que no se ven en la calle tienen que absorber el trabajo del resto (una situación que he conocido bien).
Así que, creo que como parado y damnificado por unas medidas que creo que tenían como objetivo calmar los ánimos de los miembros de la Unión Europea más que la ayuda de los ciudadanos españoles, tengo derecho a estar cabreado. Y cuando los datos de le EPA echan a la luz una situación laboral que dan ganas de llorar y la Ministra intenta paliar el efecto viendo un cambio de tendencia en vez de cambiar la suya propia dan ganas de gritar.

No sé cuanto más aguantaremos así. Creo que tarde o temprano esto terminará en una revolución o en una guerra civil. Porque cuando esos 6.000.000 de parados nos convirtamos en 6.000.000 de bocas hambrientas (más las que tendremos a nuestro cargo) haremos lo que haga falta para comer.
Así que Sra. Ministra, perdóneme si no veo los brotes verdes donde usted no los ve. 

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