Indignación
ha sido la palabra que más he escuchado entre los míos estos días. Desde que
los supuestos papeles de Bárcenas se publicaron en El País la reacción de los
ciudadanos no se ha hecho esperar. Y así lo ha demostrado Twitter con varios
Trending Topics relacionados durante los últimos días. Así como las manifestaciones
en Génova y la que ha habido hoy mismo con motivo de la comparecencia de Rajoy.
Obviamente,
demostrar lo oculto es difícil. Y será
complicado demostrar la veracidad o no de esas cuentas secretas que amenazan la
integridad de la cúpula del PP. Y en la opinión de cada uno queda pensar si
esas cuentas podría o no ser ciertas.
Al margen
de si los papeles de Bárcenas son ciertos o no. Creo que es indiscutible que
con los acontecimientos de presunta corrupción azotan este país y que de una u
otra manera se relacionan con el Partido de las Gaviotas, la gente pueda tener
su sospechas. Y creo que esa es la clave de toda esta historia: la confianza.
No me
refiero a la confianza en un partido en concreto. Me refiero a la confianza que
tiene el pueblo en todo el sistema político español. Una confianza que se ha
visto seriamente dañada y que ha hecho que ya no confiemos en nuestra clase
política. Hemos llegado a un punto en el
que ya no nos creemos a nadie, porque de una manera u otra, justificada o no, nos
han mentido, nos han engañado, y se han
reído de nosotros.
Y ahora
es el momento, de que todos los políticos hagan un balance de sus propios actos
y que encuentren un modo de recuperar la confianza del pueblo. Un pueblo que
está siendo ahogado por el desempleo, los impuestos y que no tiene en quien
depositar sus esperanzas. Yo soy una de esas personas que ha perdido toda
confianza. Siento que me han robado: me han robado la fe. La fe en un futuro
limpio donde la gente pueda trabajar y vivir en paz.
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